martes, diciembre 06, 2005

Inteligencia Emocional

Cuando hablamos sobre inteligencia, pensamos en un cierto conjunto de habilidades que poseen las personas inteligentes. Se ha investigado mucho ese tipo de inteligencia (os adelanto que existen más tipos de inteligencia), hasta el punto de que hemos desarrollado una serie de tests para intentar medirla, de alguna forma. Me refiero al conocido CI (Coeficiente Intelectual).

Inconscientemente, estamos tratando de medir la valía de una persona. Cuando se hacen pruebas para acceder a un determinado puesto de trabajo (oposiciones), o incluso las pruebas de acceso a la Universidad, estamos tratando de escoger a aquellas personas que, de alguna forma, se espera que tengan un futuro más provechoso en el área que se examinan.

¿Hasta qué punto es ésto cierto?

Las emociones están muy unidas a nuestro pensamiento. Afectan a nuestro sistema nervioso de una forma muy directa, sistema al que está unido nuestro cerebro. Entonces entra aquí un nuevo concepto de inteligencia: la Inteligencia Emocional.
La Inteligencia Emocional es la habilidad que tiene la persona para autocontrolar lo que siente, para perseverar en aquello en lo que cree, para mantener en orden y equilibrio en su interior. Es un factor que influye mucho en los éxitos que es capaz de conseguir una persona a lo largo de su vida. Entre ellos, el de ser feliz.

En nuestro intento por anticiparnos al futuro, hemos sobrevalorado el poder de lo racional (lo que mide el CI), en detrimento de nuestros sentimientos, nuestras emociones. Basta pensar en la siguiente cita: "[...] para bien o para mal, en aquellos momentos que nos sentimos arrastrados por las emociones, nuestra inteligencia se ve desbordada. [...]". Daniel Goleman, "La Inteligencia Emocional. Por qué es más importante que el coeficiente intelectual", página 7.

Pensemos en nuestra educación. Se le ha dado demasiado énfasis a lo racional, cuando, sin duda, es mucho más decisivo lo emocional. Cuántas personas hay que, con un elevado nivel de inteligencia convencional, se sienten perdidos en sus vidas. Y otras personas con un nivel de inteligencia mucho más humilde, son capaces de triunfar en la vida y ser felices.

Estoy plenamente convencido de que se mejorarían mucho las cosas, se alcanzaría un mayor nivel de satisfacción a nivel personal y a nivel social, si de una vez por todas, se le diese merecida importancia a nuestros sentimientos y emociones. En consecuencia, debería enseñarse en las escuelas y en los institutos (ya desde la infancia) en el valor decisivo que tiene nuestra Inteligencia Emocional para nuestra vida.